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lunes, 1 de abril de 2013

Terrenos ajenos

Uno puede perdonar todo, menos una cosa, el olvido, porque el olvido ofende, ya no por el evidente desinterés,  ni por el saberse insignificante, tampoco se debe al desprecio ulterior hacia la persona que olvida. De poco serviría explicar el sentimiento del engaño, por un tirano al que después de todo elegimos democráticamente el Enemigo Intimo, la esperanza y yo.

Lo que motiva el sentimiento de odio pueril, es el saber que confiarse, sobre todo confiar que uno vive dentro del otro, al final uno logra darse cuenta del riesgo que es construir en terrenos ajenos.

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