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sábado, 1 de diciembre de 2012

Pretextos



Mi muy querido lector, imagínese qué sería del mundo si todos fuéramos francos y sinceros, o que nos hiciéramos responsables de nuestros actos, la verdad creo que la vida se complicaría aún más ya que hay muchas mentiras que mantienen unido al mundo, sin embargo también sé que hay otras que lo separan, pero eso es como dicen “harina de otro costal”.
Hay ocasiones en las que no debemos de dar explicaciones del porque hacemos las cosas que hacemos, a veces es irracional, a veces es lo suficientemente planeado que las circunstancias han sido previstas con precisión militar, los pretextos son  complicados, y todos los ponemos.
Pero seguramente estará pensando en qué clase de predicador creo que soy, ya que siempre hablo (o mejor dicho escribo) con una intensión de profeta de las buenas costumbres.
Si he de ser sincero yo pongo pretextos, y puede ser tan malo como también una fiel muestra de la nobleza que aun tenemos, es algo que no podemos evitar hacer.
Esta vez hablaré de esos pretextos que complacen, que cuando los recordamos nos brota una picara sonrisa, un sentimiento de plenitud y que podría hacernos cambiar de la furia a la cursilería en un autentico acto de bipolaridad.
Hablaré en mi caso, cuando escucho una canción que me recuerda a ella, si eligiera una, sería Something de los Beatles, es perfecta para ella, escuchar a Carla Morrison me impulsa a recordar su sonrisa, sentada en la mesa, cantando “Dejenme Llorar”, con una blusa amarilla que por estampado tiene un pollo y la leyenda “super chiquen”, con sus manos en la barbilla sosteniendo su cabeza, con sus cabellos lacios inmóviles, sus ojos en una mirada perdida en el monitor del ordenador, hay veces, muchas, en las que me quedo observándola, para eso no tengo pretexto, podría decir que tiene changos en la cara pero no es bueno para ese momento, en el que hago fotografías mentales que perdurarán hasta mi ultimo respiro, haciéndome saber que a esa mujer fuerte, pero que también es sensible debo protegerla.
Otro pretexto que tengo es el de hacer tiempo cuando sé que está ocupada haciendo tareas, y voy a la sala de computo de la facultad, para hablarle y pedirle que coma conmigo, o aquel pretexto de escribir un blog para que ilustre sus textos, o en el que le digo que quiero tomar un café en algún lugar, para poder verla de frente, con esa mirada que solamente hace cuando agita ese capuchino del que ya le agarre el gusto, o el pretexto que sea que me obligue a irme hasta el ultimo momento posible de su casa, hay un pretexto que me fascina, y que quiero compartir con usted, tenemos una lista de lugares en los que vale la pena comer y en los que no volveremos nunca, la verdad es el pretexto para comer en todos lados con ella, no voy a un lugar nuevo si es que no he ido con ella, es la mujer con la que quiero formar un futuro, y debo decir que es el pretexto para levantarme cada mañana, para dormir tranquilo, para ser pleno, es mi pretexto para seguir adelante, es mi pretexto para escribir, es mi pretexto para tener secretos y suspiros así mismo es el pretexto que ha logrado modificar algunos hechos en mi carácter y en lo impulsivo que suelo ser, y ella es mi pretexto, la verdades que mi pretexto favorito para hacer cualquier cosa es ella, ella es muchas cosas para mi, sobre todo ese elemento que forma parte primordial en mi vida.
La conocí en la biblioteca de la preparatoria en la que estudiamos, el pretexto con el que le hablé fue la recomendación de un libro, el cual no puedo recordar cual es, seguramente uno de Saramago ya que es y ha sido mi autor favorito,  cuando la vi de espaldas sentada en la silla del ordenador del que era bibliotecario, que por cierto es un gran amigo vestía un suéter rojo en la cintura, una blusa blanca con líneas amarillas, rojas y naranjas, sus pantalones eran de mezclilla azul, aún no tenia los braquets que ya dejó de usar, tenia el cabello mucho más largo y suelto, cuando volteo el rostro hacia la derecha y me mostró solo esa parte del perfil, pensé que era la mujer más hermosa del mundo, y lo es, para mi, y eso es lo que me importa. Le pedí su número telefónico para poder hablarle e invitarla a “La Conga” bar al que me gustaba ir todos los jueves, nunca fuimos.
Aun puedo recordar que el primer beso que me dio fue en el segundo teléfono que esta saliendo de esa preparatoria, en ese momento me disponía a hablarle a un tio con el que trabajaba ya que teníamos una reunión por la noche.
O una ocasión en la que estaba lloviendo torrencialmente y nos quedamos con otros dos amigos míos en las escaleras de las copias platicando de esos temas que no recuerdas pero que si disfrutas.
Otra cosa que recuerdo es cuando llora, lo roja que se pone, la manera en la que se delinean los canales de sus mejillas que conducen sus lagrimas a  sus labios, y le dan un sabor mejor al que de por si ya tienen.
Y como pudieron observar este es un buen ejemplo de pretextos, ya que el pretexto para recordar en este momento todas estas cosas es que escribo para personas de las que no estoy seguro cuantos leerán completamente esto que escribo.
Por eso mi querido lector, me gustaría que pensara en esos pretextos, grandes o pequeños, que más que pretextos son alcahuetes del amor, que nos obligan a perdonar, a olvidar, a recordar, a amar, y si es que tiene alguien que sea su pretexto, dígale que lo es, ya que en esta vida cualquier cosa que no tenga el menor sentido, resulta que para ese pretexto, es lo único que lo tiene.
Felices fiestas que se avecinan, y felices cumpleaños para mis amigos que los cumplen, y seguramente me están leyendo.

Cuídese mucho, nos leemos el otro mes.


juancarlosgalgo@live.com.mx

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